¿Sonrisas o lágrimas? La llamada de la selección

Indudablemente, a todo amante al deporte le gustan las fases finales de Mundiales, Eurocopas, Eurobasket, AmeriCup… pero para llegar a estos acontecimientos que duran un mes cada dos años en fútbol o un mes cada año en Baloncesto, el camino es tortuoso e interminable.

¿Cómo afecta este camino a jugadores y clubes? Si nos paramos a analizar podemos encontrar numerosas perspectivas: 

Jugadores seleccionados con experiencia, a quienes salir de la rutina habitual, entrenar en otro ambiente y con sus compañeros de selección les puede hacer desconectar ya que es algo conocido para ellos. Su auto confianza aumenta.

Jugadores seleccionados por primera vez que se enfrentan a un nuevo reto que supone más carga cognitiva y donde su nivel de auto exigencia será muy alto. Además, como son los “nuevos” pueden no participar y su auto confianza ya no crecerá tanto.

Jugadores no seleccionados, que disponen de una o dos semanas sin competición, donde normalmente se les conceden tres o cuatro días de vacaciones que les sirven para descansar física y mentalmente.

Jugadores no seleccionados que ansiaban serlo, que inicialmente se llevan una decepción pero que pueden disfrutar de un descanso para volver con las pilas cargadas y enfrentar nuevas oportunidades.

El entrenador, que hace de todo menos descansar, ya que tiene que gestionar todos estos casos y sus diferentes momentos y sobre todo la vuelta a la normalidad con un estado de ánimo ideal y compensar las cargas físicas de sus jugadores.

Los clubs, que rezan para que no les pase nada a sus jugadores franquicia. Lo que en fútbol se conoce como el temido “virus FIFA”.

Por no entrar en detalles como la cantidad de kilómetros que acumulan los jugadores seleccionados, ya que en nuestro caso Bruno Fitipaldo (Uruguay) y Jasiel Rivero (Cuba) cruzarán el charco para iniciar la clasificación con sus selecciones para la AmeriCup 2021. 

No me quiero imaginar lo que pasará en 2022, con un Mundial de fútbol en Qatar a finales de otoño, en plena temporada de clubs.

Hacen falta profesionales en los clubes para gestionar con éxito estas situaciones, hasta entonces esperamos que el “VIRUS FIBA” no llegue a orillas del Arlanzón.

Deja una respuesta